Así habló J

Las relaciones son como la madera.

Hay tanta diversidad que al ojo humano se hacen imposibles de conocer todas y cada una de ellas. Algunas simplemente son rechazadas por completo y otras no hace falta ni mirarlas mas de diez minutos para darte cuenta de que son fuentes y sanas.

Desde un primer momento, siempre es conveniente empezar cuanto antes a pulir imperfecciones para evitar accidentes o heridas graves posteriores. 

Sin embargo, a pesar de la aparente perfección, a pesar de lo lisa y uniforme que pueda parecer si deslizamos un dedo por el exterior en el sentido de las fibras, ¿cuánto compensa romper los esquemas y atreverse a deslizarlo en el sentido contrario, independientemente de las astillas que se claven en los dedos? ¿cuánto de pulida estaba realmente si te llama ir a contracorriente y clavarte las astillas?
El contradecir el sentido de la madera puede dar lugar a desgastarla hasta tal punto que nunca vuelva a ser la misma o que simplemente sea inservible y haya que reemplazarla para poder continuar desde cero con otra diferente. 

El inconformismo de cada uno radica en el momento en el que algo nos seduce a cambiar el sentido de las fibras, por mucha estabilidad aparentemente garantizada. Somos seres de cambio, nos llama lo prohibido, la monotonía nos aburre y queremos avivar la llama de la libertad humana que todos tenemos dentro, aunque las consecuencias sean avivarla demasiado y que ella misma queme total y absolutamente la madera que queríamos desafiar desde un principio.

¿En qué momento podemos sentirnos tan envueltos en la monotonía que preferimos revolucionar las aguas a nadar en ellas tranquilas?

Se produce entonces el suicidio en el intento de querer. Un suicidio normal, voluntario, brutal, en el que sepas de antemano que te vas a estrellar pero aun así decides hacerlo porque el fallo atrae más que el acierto.

De modo que, el arder o el no arder avivando la llama de lo peligroso se confirma en el momento en el que nos creemos Zaratustra y que preferimos quemar la madera, esperando que en el caso de que así sea: algún día podamos renacer de nuestras cenizas.


J.

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